POSTA DE SOL NA PRAIA DE MAR DE FÓRA, EN FISTERRA (MAIO DE 2011)

lunes, 11 de julio de 2011

NO SOMOS MÁS QUE CARNE

 
Más de 10 millones de personas se están viendo afectadas en África oriental por la peor sequía en 60 años. La escasez de lluvias junto con el conflicto armado en Somalia están provocando una grave crisis humanitaria en toda la región (El País).


Lo que acabais de leer no es más que uno de los muchos ejemplos que se pueden encontrar de dónde está la verdadera crisis mundial. Es verdaderamente morboso, despiadado, inhumano, cruel...que mientras estas cosas ocurren de verdad, los mercados financieros sigan buscando rentabilidad a cualquier precio (humano). Es lógico que españoles, portugueses, griegos, irlandeses, y ahora también italianos, estemos preocupados por nuestro futuro. Es lógico que cada día estemos atentos a las noticias económicas para ver cómo va el asunto de los bonos, las cifras del desempleo, la salud de nuestros bancos (donde, ¡gracias a los dioses!, aún tenemos cuatro "perras chicas"), los recortes presupuestarios que van a afectar a los servicios sociales, a la educación pública, a la sanidad pública, a los transportes, a las infraestructuras... Es lógico, insisto, que estemos preocupados por todo esto. Pero yo hago un llamamiento extra a la solidaridad, a la humanidad, a la justicia. Precisamente porque estamos al pie del cañón, somos conscientes del sufrimiento, del miedo a perder lo que tenemos, del vacío y el vértigo que día a día nos provocan las noticias económicas, del horror que padecen otros…

Quienes rigen los mercados no ven más que ganado, carne para nutrir sus putrefactos deseos de poder, sus insaciables ansias de poseerlo todo por encima de todo.
No hay piedad en ellos, no hay compasión por el sufrimiento ni el dolor, no hay humanidad en aquellos que se miden exclusivamente por valores monetarios. Repito, hago un llamamiento a la solidaridad, a la humanidad, a la justicia.
Demos una lección a LA HISTORIA, seamos capaces, aún con nuestros miedos y dificultades, de mirar a esos muchos lugares (como África oriental) para tenderles nuestra mano. Empecemos por unirnos los que, padeciendo, aún no llegamos a esos niveles de miseria. Iniciemos un verdadero cambio que rija los destinos de un mundo nuevo. Hagamos de la calle nuestro campo de batalla, usemos todo lo que tengamos a nuestro alcance para derrocar el sistema sin alma que nos gobierna. Para él no somos más que carne. Carne que se consume o a la que se le ofrece pasto para consumir. Para él no somos seres individuales, somos masa informe, y como tal somos tratados.

Alcemos nuestra voz como un solo ser (españoles, portugueses, griegos, irlandeses, y ahora también, italianos) y rompamos las reglas de este juego que no sirve más que a unos pocos. Otra forma de ser y estar en el mundo es posible. Debemos tener la valentía de dar un paso adelante y poner las bases de un sistema nuevo, que asegure un futuro más justo y solidario para todos (para nosotros y para esos otros muchos lugares donde la crisis real lleva existiendo desde hace mucho tiempo). Por último, hago un llamamiento a las gentes de a pie de cualquier lugar (incluidos aquellos que aparentemente están en situación de gracia, como Alemania y Francia). Esta no es una lucha de pueblos contra pueblos. Esta es una lucha de clases (económicas). La Revolución Industrial trajo en su día la primera gran batalla. La era tecnológica nos ha conducido a la segunda. Ya no hay capitales nacionales o estatales, ya no hay empresas de tal o cual país, ya no hay fronteras económicas. El dinero está en unas cuantas manos que no tienen bandera y los pueblos de cualquier estado (incluidos los mejor situados, como Alemania o Francia) sufrimos las consecuencias. Por eso hago este último llamamiento a las gentes de a pie de cualquier lugar. No os dejéis confundir por consignas nacionales (de aquellos que pregonan que algunos, como los griegos o españoles, no trabajamos y cobramos demasiado), no os dejéis confundir por aquellos que desde la oposición política dicen saber cómo solucionar los problemas económicos (ellos mismos fueron artífices en otros momentos de la creación de la crisis y siguen siendo parte fundamental del problema), no os dejéis engañar por constructos artificiales (la Unión Europea) que fueron creados para desmantelar las infraestructuras de los Estados (por cierto, otros constructos artificiales, pero más antiguos) a favor de la unificación del poder económico en pocas manos, sin importar la nacionalidad de las mismas. En fin, no os dejeis engañar por cantos de sirena. ¡No somos más que carne!


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