POSTA DE SOL NA PRAIA DE MAR DE FÓRA, EN FISTERRA (MAIO DE 2011)

martes, 22 de noviembre de 2011

ESPAÑA VOTA A LOS MERCADOS


Como todo el mundo sabe, el pasado domingo se celebraron elecciones generales en España. No eran unas elecciones más. En ellas se dirimía qué modelo quieren los españoles que se aplique para intentar salir de la crisis económica. La gente ha votado y la suerte está echada. Aunque los escaños parezcan decir otra cosa, los resultados en votos reflejan- a mi entender- las siguientes verdades:
  • España es muy diversa, también en ideologías. Sigue habiendo dos Españas, cada una de ellas ampliamente apoyada por la población. Por un lado, la España defensora de la existencia de un sector público de la economía con suficiente fuerza e implante para garantizar no sólo la asistencia en último término, sino las bases de un sistema justo, solidario, que evite grandes brechas sociales y que se pueda convertir en motor económico en tiempos de crisis. Por otro lado, la España defensora de la preponderancia de un sector privado que, basado en las iniciativas particulares, mueva la economía y la conduzca a cotas de mayor crecimiento, dejando el sector público reducido a un papel más asistencial.
Junto a estas dos Españas hay otras que, aún bebiendo de un planteamiento económico u otro –de los dos antes expuestos- introduce algún sesgo o matiz, ya sea éste nacionalista, ecologista o de otra índole.
  • A la hora de elegir y votar, los españoles lo hacemos movidos por razones diferentes, en las que los planteamientos ideológicos no son muchas veces lo que más pesa. Entran en juego, entonces, otros factores: simpatía personal hacia un candidato, pertenencia al grupo o clan, un “ a ver si estos otros hacen algo”, etc…
  • Sea por ideología o por otra razón, España ha votado mayoritariamente el segundo modelo económico expuesto más arriba como alternativa para salir de la crisis.

La consecuencia más clara de lo que ha pasado el domingo 20 de noviembre es que la mayoría de los españoles han decidido -más consciente o menos conscientemente- que sea como sea debemos doblegarnos a los dictámenes de los mercados y seguir dentro de la Unión Europea y monetaria. Muchas Comunidades Autónomas ya estaban siendo gobernadas por la derecha (PP y CiU), que ha estado haciendo recortes y grandes ajustes económicos en sus demarcaciones territoriales. Dichos recortes y ajustes no parecen haber disgustado a la mayoría que, en la primera ocasión que se le ha presentado, los ha respaldado con su voto.
Mi opción para salir de la crisis era la que no ha elegido la mayoría, porque la considero más justa y solidaria, al tiempo que pienso que es la única que realmente puede garantizar el mantenimiento de los logros sociales alcanzados hasta ahora con gran esfuerzo. Es posible que la opción triunfadora el 20 N consiga hacer “avanzar” al Estado en su conjunto, pero me temo que, de producirse ese “avance”, lo hará poniendo en alto riesgo – o destruyendo directamente- muchos de los pilares del estado de bienestar. Me refiero a que es posible que se creen algunos puestos de trabajo o que se llegue a reducir el déficit o la deuda. Pero creo que en el envite se habrán abierto muchas más brechas sociales y se habrán perdido muchos servicios y derechos civiles ganados por varias generaciones con un gran esfuerzo y mucha lucha.
La dictadura de los mercados parece ser el único sistema posible aceptado por una “mayoría” que creo que, erróneamente, sigue pensando que los tiempos pasados volverán y el sol volverá a salir por el este, como de costumbre. Desde mi punto de vista, se equivoca esa “mayoría”. Lo digo así, con comillas, porque -por desgracia- no pasará mucho tiempo antes de que una parte importante de esa gente acabe enfrentada a aquellos a los que ahora apoyan y hasta jalean. ¡Ojalá el tiempo me quitase la razón! Pero pienso que la masa de desheredados será cada vez mayor y el descontento social alcanzará a sectores cada vez más amplios.
Otras maneras de ser y de estar en el mundo son posibles. Los mercados y su liberalismo salvaje no son la única opción posible, como nos quieren hacer creer. Pero lo que digo no está exento de sacrificio y de cambio de “chip” mental. Lo que digo significa un profundo cambio en las estructuras sociales, económicas y productivas en el conjunto del planeta. No se puede seguir con el sistema actual sin que parte importante de la población mundial y gran parte del propio planeta corran un riesgo serio de aniquilación. Creo firmemente en las posibilidades de regeneración de nuestro mundo -entendiendo por mundo la suma de la Humanidad y el medio natural que la cobija-. A pesar de los enormes desastres ocasionados con un sistema consumista y absolutamente injusto e inhumano, considero que el potencial de regeneración sigue siendo suficiente para cambiar el rumbo. ¡Ojalá me equivoque! Pero los movimientos políticos que se ven día a día por parte de los gobiernos no parecen plantearse con honradez ninguna de estas cuestiones (justicia social, solidaridad humana a nivel mundial, sostenibilidad productiva...). Hablan de ellas, las mencionan, incluso afirman incluirlas en sus idearios, pero no son más que poses para la foto. Al final, las decisiones que se toman siempre van encaminadas hacia un mismo objetivo: contentar a los mercados de deuda. En nuestro país acaba de triunfar una de estas opciones políticas, las que defienden la permanencia del sistema como único posible. España le da la espalda a la verdadera regeneración, cierra la puerta a otras vías para ser y estar en el mundo, España vota a los mercados.          

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿TRAGEDIA GRIEGA?





   Lo que está pasando en el país heleno recuerda a la puesta en escena de las historias míticas que se representaban en la antigüedad. La realidad política y, sobre todo, económica de ese maravilloso país tiene todos los elementos que la convierten en una tragedia clásica: héroes (el propio pueblo), coro (los Sarkozy, Merkel, BCE…), escena (las calles, los foros políticos europeos…). Pero no nos equivoquemos. Es tragedia en un doble sentido. Porque lo es para la clase trabajadora, que está sufriendo el impacto brutal del capitalismo más atroz. Pero lo es también en cuanto a pura escenificación teatral. Me explico: Grecia lleva varios meses convertida en el gran escenario en el que se cuece el futuro de toda Europa. Los movimientos y vaivenes económicos que día a día se producen en el país se traducen de manera inmediata en subidas y bajadas de la presión que sufren el resto de Estados de la Unión Europea por parte de los mercados financieros.

   Pero, el Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, acaba de darnos una oportunidad a todos. Como supongo sabéis ya, ha planteado la realización de un referéndum para que el pueblo heleno se pronuncie a favor o en contra de las condiciones impuestas por la “Troika” (Merkel, Sarkozy y BCE) para que Grecia sea “rescatada” definitivamente. Esta propuesta no es, probablemente, altruista, pero se ha convertido, a mi entender, en un golpe de timón increíble y con unas consecuencias que pueden marcar el futuro de toda Europa. Las motivaciones de Papandreu obedecen a su propia situación dentro del país. Pretende que sus conciudadanos voten a favor,  refrendando así la política de recortes y ajustes brutales impuesta desde Berlín y París, y que su gobierno se ha visto obligado a realizar. Pero con la propuesta del referéndum, al mismo tiempo y sin pretenderlo (¿o sí?), les ha brindado a los griegos la oportunidad de decidir su futuro. Y nos ha abierto el camino a todos los demás europeos que no estamos en absoluto de acuerdo con este devenir de acontecimientos que se nos presenta como inevitable. Papandreu, seguramente, no es ningún héroe de tragedia clásica, pero con un solo gesto acaba de devolvernos a todos el poder de decisión sobre nuestro futuro. Nos ha regalado otra vez la DEMOCRACIA (¡qué guiño del destino que esto haya ocurrido precisamente en ese país!) Nos ha puesto a todos en un inmenso ágora europeo (casi diría, planetario) y desde esa inmensa plaza pública donde estamos todos los seres de a pie podemos gritar para que se nos oiga. Podemos exigir que se nos tenga en cuenta cuando se están tomando a diario decisiones drásticas para nuestras vidas. Por eso digo, ¿tragedia griega? Sí, por el sufrimiento presente del pueblo heleno; sí, por la escenificación de la política económica; pero, no por la inevitabilidad del destino. Se nos brinda la oportunidad de tomarlo en nuestras manos y conducirlo al lugar que queramos. ¡Gracias, señor Papandreu!