Lo que está pasando en el país heleno recuerda a la puesta en escena de
las historias míticas que se representaban en la antigüedad. La realidad
política y, sobre todo, económica de ese maravilloso país tiene todos los
elementos que la convierten en una tragedia clásica: héroes (el propio pueblo),
coro (los Sarkozy, Merkel, BCE…), escena (las calles, los foros políticos
europeos…). Pero no nos equivoquemos. Es tragedia en un doble sentido. Porque
lo es para la clase trabajadora, que está sufriendo el impacto brutal del
capitalismo más atroz. Pero lo es también en cuanto a pura escenificación
teatral. Me explico: Grecia lleva varios meses convertida en el gran escenario
en el que se cuece el futuro de toda Europa. Los movimientos y vaivenes
económicos que día a día se producen en el país se traducen de manera inmediata
en subidas y bajadas de la presión que sufren el resto de Estados de la Unión
Europea por parte de los mercados financieros.
Pero, el Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, acaba de darnos una
oportunidad a todos. Como supongo sabéis ya, ha planteado la realización de un
referéndum para que el pueblo heleno se pronuncie a favor o en contra de las
condiciones impuestas por la “Troika” (Merkel, Sarkozy y BCE) para que Grecia
sea “rescatada” definitivamente. Esta propuesta no es, probablemente,
altruista, pero se ha convertido, a mi entender, en un golpe de timón increíble
y con unas consecuencias que pueden marcar el futuro de toda Europa. Las
motivaciones de Papandreu obedecen a su propia situación dentro del país.
Pretende que sus conciudadanos voten a favor,
refrendando así la política de recortes y ajustes brutales impuesta
desde Berlín y París, y que su gobierno se ha visto obligado a realizar. Pero
con la propuesta del referéndum, al mismo tiempo y sin pretenderlo (¿o sí?), les
ha brindado a los griegos la oportunidad de decidir su futuro. Y nos ha abierto
el camino a todos los demás europeos que no estamos en absoluto de acuerdo con
este devenir de acontecimientos que se nos presenta como inevitable. Papandreu,
seguramente, no es ningún héroe de tragedia clásica, pero con un solo gesto
acaba de devolvernos a todos el poder de decisión sobre nuestro futuro. Nos ha
regalado otra vez la DEMOCRACIA (¡qué guiño del destino que esto haya ocurrido
precisamente en ese país!) Nos ha puesto a todos en un inmenso ágora europeo
(casi diría, planetario) y desde esa inmensa plaza pública donde estamos todos
los seres de a pie podemos gritar para que se nos oiga. Podemos exigir que se
nos tenga en cuenta cuando se están tomando a diario decisiones drásticas para
nuestras vidas. Por eso digo, ¿tragedia griega? Sí, por el sufrimiento presente
del pueblo heleno; sí, por la escenificación de la política económica; pero, no
por la inevitabilidad del destino. Se nos brinda la oportunidad de tomarlo en
nuestras manos y conducirlo al lugar que queramos. ¡Gracias, señor Papandreu!
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